Denuncias de fraude, represión y exilio marcan el panorama de la asunción. La oposición venezolana denuncia irregularidades en las elecciones y redobla esfuerzos por legitimar a su líder, Edmundo González.
En medio de un panorama incierto, este viernes 10 de enero, Nicolás Maduro tiene previsto asumir la presidencia de Venezuela a las 12 (13, hora argentina). La controversia alrededor de su reelección, marcada por denuncias de fraude y una creciente represión contra la oposición, mantiene al país en un clima de alta tensión.
La oposición, liderada por Edmundo González, denuncia que el Consejo Nacional Electoral (CNE) no ha presentado evidencias que respalden los resultados anunciados, según los cuales Maduro obtuvo el 51,2% de los votos frente al 44,2% de González.
Sin embargo, un presunto ataque informático desde Macedonia habría ralentizado el envío de actas al escrutinio nacional, generando más dudas sobre la transparencia del proceso. En contraste, la oposición digitalizó el 85,18% de las actas electorales, que otorgan la victoria a González con el 67% de los votos. Estos documentos fueron presentados ante la Organización de Estados Americanos (OEA) por el Centro Carter.
Represión y exilio
La respuesta del chavismo a las acusaciones de fraude y las protestas fue brutal. En los últimos días, se registraron cacerolazos y manifestaciones en varias ciudades, reprimidas por fuerzas de seguridad. La oposición denuncia más de 2.000 detenciones arbitrarias, incluidas la de Rafael Tudares, yerno de Edmundo González, y Enrique Márquez, excandidato presidencial. También se reportaron amenazas contra la familia de la líder opositora María Corina Machado.
González, quien abandonó Venezuela en septiembre tras recibir amenazas de detención, desde el exilio en España, ha liderado una campaña internacional para denunciar la ilegitimidad del proceso electoral. «Mi intención es regresar a Venezuela y asumir el mandato que me otorgó el pueblo», declaró el opositor durante una visita a Buenos Aires.
Reacción internacional dividida
Mientras países como Estados Unidos, España, Argentina, Uruguay y Canadá han reconocido a González como ganador, otros como Rusia, China, Irán, Cuba y Nicaragua respaldan a Maduro. Intentos de mediación por parte de México, Brasil y Colombia no lograron avances significativos. En ese contexto, Gustavo Petro y Claudia Sheinbaum rechazaron asistir a la investidura, mientras Luiz Inácio Lula da Silva declaró: «Maduro es un problema de Venezuela, no de Brasil».
Tensión en las calles
La detención de María Corina Machado tras una movilización pacífica el 9 de enero intensificó el clima de tensión. Aunque fue liberada horas después , el episodio refleja la escalada represiva del gobierno. Las manifestaciones en Caracas y otras ciudades del mundo, como Nueva York, Bogotá y Madrid, son una muestra del descontento generalizado.
Crisis humanitaria y represión sistemática
Días atrás, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) denunció violaciones graves a los derechos humanos , incluyendo ejecuciones extrajudiciales, desapariciones forzadas y torturas. La «Operación Tun Tun», ejecutada tras los comicios, dejó al menos 25 muertos y decenas de desapariciones. «La opacidad electoral y las restricciones a los derechos políticos impiden considerar que la reelección de Maduro goza de legitimidad democrática», concluye el informe de la CIDH.