Cada año electoral trae consigo un patrón preocupante: los ataques a las mujeres que se comprometen políticamente se multiplican. Y no es casualidad. No es la primera vez que vemos esta violencia disfrazada de opinión, ni la primera vez que algunos prefieren callar ante el ensañamiento. Pero lo más grave es que las estructuras políticas y sociales que deberían actuar como freno parecen no estar reaccionando.
El 8 de marzo debería ser un día de reflexión y compromiso con la lucha por la igualdad. Sin embargo, en lugar de fortalecer la unidad y el respeto, fuimos testigos de una nueva agresión. Y, como tantas veces, el ataque no vino de sectores opositores, sino desde adentro del propio entramado político, con la complicidad de quienes lo permiten, lo financian o directamente lo impulsan.
No se puede seguir tolerando que, en nombre del debate, se justifique la violencia. No se puede mirar para otro lado cuando el periodismo se usa como un arma para desacreditar y destruir a mujeres que han decidido participar en un ámbito históricamente hostil para ellas. Y mucho menos se puede aceptar que quienes se pronuncian a favor de la igualdad sean los mismos que permiten estas agresiones dentro de sus propias estructuras.
La violencia política contra las mujeres no es un problema de un solo sector, es una deuda pendiente de la democracia. La participación plena y libre de las mujeres en la política no puede estar sujeta a campañas de desprestigio, operaciones de prensa o ataques cobardes. Frenar esta escalada no depende solo de quienes las sufren, sino de un compromiso real de toda la dirigencia y la sociedad.
No hay democracia sin respeto, sin igualdad, sin garantías reales para el ejercicio de la política sin violencia. No se puede construir un futuro más justo mientras se permite que el ataque sistemático a las mujeres siga formando parte del juego político.
Si realmente aspiramos a una sociedad con mayor equidad, es hora de demostrarlo con hechos. Que la lucha por los derechos de las mujeres no sea solo una consigna, sino un compromiso firme y efectivo.
Nuestra solidaridad con la secretaria de Acción Social, la Lic. Paula Cattáneo.