El gobierno de Argentina requiere una amplia variedad de profesionales. Desde economistas y abogados hasta sociólogos e ingenieros, todos son esenciales para el funcionamiento del Estado. Es en las universidades públicas donde se forma gran parte de estos profesionales que sostienen el país. Sin embargo, las políticas actuales de desfinanciamiento a las universidades públicas, impulsadas por el presidente Javier Milei, ponen en peligro esta formación.
El desfinanciamiento afecta directamente a miles de jóvenes de sectores populares. Sin universidades públicas, muchos no tendrían acceso a una educación superior. Si solo las universidades privadas prevalecen, el acceso se restringe a quienes pueden pagar matrículas elevadas. Esto excluiría a las familias trabajadoras y consolidaría un gobierno compuesto por élites.
Estas políticas impactan todas las áreas del Estado. Los economistas que gestionan el presupuesto nacional, los ingenieros que diseñan obras públicas y los profesionales de la salud que elaboran políticas sanitarias, todos provienen de la educación pública. Si las universidades privadas dominan, el poder se concentraría en aquellos que pueden costear su educación, lo que perpetuaría la desigualdad.
Milei no solo reduce el presupuesto educativo. También ataca la movilidad social. Argentina ha sido históricamente un país donde la universidad pública permite a los hijos de trabajadores mejorar su situación. Quitar esta posibilidad condenaría a las próximas generaciones a una estructura social rígida, donde solo quienes nacen con privilegios accederían a los puestos de poder.
Estas políticas alejan al gobierno de las necesidades del pueblo. Un gobierno compuesto mayoritariamente por personas de las clases altas, que desconocen las dificultades de los sectores populares, sería incapaz de representar sus intereses. Las políticas públicas seguirían favoreciendo a unos pocos, mientras la desigualdad crece sin control.
El ataque a las universidades públicas es un ataque al futuro de Argentina. Es una amenaza para miles de jóvenes que buscan, a través de la educación, mejorar sus vidas. Milei, en su afán de reducir el gasto estatal, olvida que un país sin educación pública es un país sin futuro.