El ministro de Economía, Luis Caputo, ha declarado que «Argentina inevitablemente se va a poner más cara en dólares». Esta afirmación tiene profundas implicaciones para la economía del país y, en particular, para la clase media.
Primero, consideremos lo que esto significa en términos prácticos. La comida, la ropa, los calzados, los autos, las motos y todo lo demás van a encarecerse en dólares. Este encarecimiento impactará directamente en el bolsillo de los argentinos, que verán cómo sus salarios pierden poder adquisitivo frente a un dólar cada vez más caro.
Segundo, la clase media, que ya está luchando para llegar a fin de mes, tendrá que gastar más de sus ahorros mensuales para no caer en la pobreza. El aumento de los precios en dólares significa que los bienes y servicios cotidianos se volverán inalcanzables para muchos, erosionando el nivel de vida y aumentando la presión financiera sobre los hogares.
Mientras tanto, hay un pequeño sector de la sociedad que se beneficiará enormemente de esta situación. Pero, lamentablemente, no somos nosotros. Este modelo económico favorece a la «patria financiera», aquellos que lucran con la especulación y las inversiones a corto plazo, dejando al resto de los argentinos a la deriva. La política económica actual parece diseñada para beneficiar a unos pocos, mientras la mayoría enfrenta un futuro incierto y lleno de desafíos.
Es imperativo que los responsables de la política económica consideren el impacto real de sus decisiones en la vida cotidiana de los ciudadanos. Argentina necesita un modelo inclusivo que promueva el bienestar de todos, no solo de una élite privilegiada.
Marcelo Moreno / Para Formosa24.com.ar