España respondió anunciando que no participaría de la toma de mando, a pesar de sus fuertes lazos económicos e históricos con México.
Científica de carrera, Sheinbaum alcanzó la victoria con la promesa de continuar con la agresiva agenda de reformas del presidente izquierdista, Andrés Manuel López Obrador, su copartidario y mentor.
El mandatario saliente dejó el palacio presidencial tras un periodo único de seis años (en México no hay reelección), pese a contar con una popularidad cercana al 70%, explicada principalmente por sus políticas enfocadas en ayudar a los mexicanos más pobres.
La nueva presidenta también deberá afrontar las consecuencias de una polémica y reciente reforma judicial, que convertirá a México en el único país del mundo en elegir a todos sus jueces por voto popular.
López Obrador alegó que este cambio era necesario para limpiar un poder judicial «podrido» que sirve a los intereses de la élite política y económica.
La reforma constitucional, cuyos críticos argumentan que hará más fácil que los políticos y el crimen organizado influyan en los tribunales, molestó a los inversores extranjeros, así como a sus principales socios comerciales, Estados Unidos y Canadá.
Aun así, expertos creen que Sheinbaum mantendrá buenas relaciones con quien sea que gane las elecciones estadounidenses de noviembre próximo, especialmente si es la demócrata Kamala Harris, quien también sería la primera mujer presidenta de su país.