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«Nos duele que se nos envíe a reprimir jubilados»: la carta anónima de un agente de seguridad que expone el malestar en las fuerzas

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Un efectivo de una fuerza federal escribió una dura carta dirigida al presidente Javier Milei y a la ministra Patricia Bullrich. Denuncia bajos salarios, condiciones laborales precarias y el dilema ético de reprimir a trabajadores que atraviesan la misma crisis.

Una carta anónima, leída por el periodista Jorge Rial en su programa Argenzuela, sacó a la luz la creciente tensión interna en las fuerzas de seguridad nacionales. El texto fue enviado por un agente federal —cuya identidad no fue revelada por temor a represalias— y refleja el agotamiento, la frustración y la contradicción que enfrentan quienes, además de cumplir órdenes, sufren en carne propia la crisis económica que golpea al país.

“Estamos cansados, decepcionados y al límite”, comienza diciendo el documento, dirigido directamente al presidente Javier Milei y a la ministra de Seguridad Patricia Bullrich.

Según el testimonio, un agente que recién se incorpora gana alrededor de $700.000, mientras que un suboficial con más de 20 años de servicio percibe apenas $1 millón. Frente a alquileres que rondan entre $500 mil y $800 mil en la Ciudad de Buenos Aires, muchos no logran cubrir ni lo básico: alimentación, transporte o vestimenta.

“Nuestros hijos también tienen hambre. También nos falta para pagar el alquiler”, dice uno de los pasajes más conmovedores.

La carta también denuncia la prohibición de reclamar: “Debemos callarnos o arriesgarnos a ser sancionados o dados de baja. Nuestra voz no se escucha porque el sistema nos impide alzarla”.

Además, pone en evidencia una fuerte contradicción moral: “Nos duele que se nos envíe a reprimir manifestaciones de jubilados o trabajadores que reclaman por lo mismo que nosotros”. Y apunta contra la cúpula jerárquica: “Mientras nosotros sobrevivimos, los jefes perciben sueldos de entre 5 y 10 millones de pesos. La distancia es abismal”.

Finalmente, el mensaje cierra con una advertencia clara al Gobierno:

“No se puede pedir compromiso y vocación cuando no se garantiza lo mínimo: un salario digno, condiciones humanas de trabajo y un trato justo. Estamos a tiempo de evitar un colapso institucional mayor”.

Esta carta anónima encendió el debate público sobre el rol de las fuerzas federales en un contexto social cada vez más tenso, y pone en discusión una pregunta urgente: ¿quién cuida a quienes nos cuidan?